Patricia Castañeda |
Este día de sol, luego de que casi tenemos que salir a la calle con careta y aletas, me trajo la iluminación divina, bajada del cielo por un par de seres carnales que estaban bastante borrachos:
Ni los treinta son los nuevos veinte, ni los veinte son la nueva adolescencia. A los veinte ya se es grandecito, treinta son treinta y punto, y en poco tiempo llegan los cuarenta y los cincuenta y la vejez y el alzheimer. Además, no existe el amor de la vida entera, a no ser que te mueras máximo siete años después de que aparezca.
Ese par de carnales iluminaron la sabiduría popular de que la pena de amor (la tusa o el despecho) es feroz y terrible, mal agradecida, insensata… Adelgaza (el único plus), atrae el insomnio, la taquicardia, el odio, el rencor, la furia… No hay cura ni xanax. Pero cuando desaparece la tusa, es como si no hubiera acontecido tragedia alguna: no hay pena de amor eterna, sino falta de otro cuerpo.
Entendí –¡por fin!– que no hay felicidad perpetua, ni creencia absoluta. Que un día se sigue la ciencia, a los 50 la kabbalah y a los 70 a cualquier dios que diga que hay un alma. Un día amamos con locura al hombre de la vida y juramos a los ojos de él y de los otros que no se concibe la vida sin este personaje, y al otro día ya se ha borrado hasta su nombre.
Parte de la iluminación divina fue conocer que en el sur la gente se casa apenas cumple 20 y tienen hijos pasados los 23, creyendo que les cogió la tarde, pero a los 40 la mitad se están divorciando. En Colombia, hasta hace unos años se usaba la palabra “quedada” y ahora es de mal gusto tomar una decisión de este tipo antes de cumplir 30. En Estados Unidos, sin importar el grado de amor, viven juntos a la semana de conocerse y en Europa las mujeres quieren ser madres ellas, madres solteras, y buscan un donador en Piccadilly… En Arabia se siguen tapando la cara.
La gente ya no se casa de acuerdo con sus finanzas sino con las pasiones que comparten; las amas de casa son obsoletas ahora que ya hay aspiradoras robóticas, domicilios y menos ganas de hablar de niñeras. Es maravilloso de mujer salir con un hombre menor para enamorarse y llenarse de colágeno. Las niñas no esperan a ser conquistadas, son ellas las que llaman y buscan y levantan a los chicos. El mundo gira, las personas giran mas rápido.
Los libros más vendidos son los de autoayuda porque, al parecer, la gente olvidó cómo comportarse: se les borró del cerebelo cómo levantarse una chica, cómo enamorarla, cómo ser caballeros, cómo olvidarla. Y yo escribo esta columna de relaciones, de la vida contemporánea, de los ex, de las redes sociales, del día a día, pero en verdad yo no sé nada.
Porque vamos a una velocidad exagerada; todo es válido, no hay un patrón, no hay reglas ni códigos. Todo está bien visto, toda está de moda y nadie sabe nada. Yo menos.
By Patricia Castañeda
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