Regla 1. Ser mayores de 30 años. Graduadas de algo, sin importar de qué. No ejercer a menos que sea estrictamente necesario. Y si no le queda de otra, nunca deberá admitir cuánto gana ni mucho menos aportar todo su salario para ayudar en los gastos de la casa. Abrir, más bien, una cuenta secreta, en la que consignará frecuentemente todo lo que empezará a ahorrar de ahora en adelante.
Regla 2. Nunca admitir públicamente que está infelizmente casada. Más que nada, para ellos, debe ser evidente que usted se siente realizada como mujer, como esposa y como madre de familia. Jamás se queje con sus amigas o con sus familiares, de lo aburrida que está en una determinada situación. Podría arrepentirse, pues recuerde que las relaciones son cíclicas. Si aguanta lo suficiente, lo que hoy está mal, mañana podría estar peor. O, podría mejorar, en el mejor de los casos: ellos podrían dejar a la otra por intensa y por pretender que ellos acaben con su feliz hogar.
Regla 3. De ahora en adelante no diga nada y pásela mejor. Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice. ¿Para qué mostrar sus ases antes de acabar el juego? Mejor utilice el popular elemento sorpresa. Si su situación es tan insostenible: no le diga lo que está pensando y empiece a actuar en silencio. Es decir, contacte a un buen abogado y espere a que se vaya al trabajo o de viaje para sacar todas sus cosas... a la calle.
Regla 4. Hay espacios y terrenos que de ahora en adelante quedarán absolutamente vedados para usted. Ni se le ocurra ofrecerse a ayudarles a los niños con las tareas difíciles de matemáticas o de cálculo, si su marido está en casa. Eso le sumaría y muchos puntos negativos en su contra, pues supuestamente para eso está él. Supuestamente es él quien sabe de esas cosas, usted no. Cuando el señor de la casa esté de cuerpo presente, casi nunca, aguántese las ganas y ofrézcase más bien a ayudarlos a marcar los cuadernos o a pintar pero jamás a resolver ningún tipo de ecuación por fácil que sea. Nada que haga sentir mejor al marido que sentirse útil y lucirse frente a los niños, a costa de su supuesta ignorancia.
Regla 5. Siguiendo con el tema de los territorios prohibidos para una verdadera machista por conveniencia, jamás, entiéndase bien, jamás intente siquiera cambiar por su propia cuenta ningún bombillo de luz o a arreglar algún aparato eléctrico. Así tenga título, recibida con honores de la Universidad deYale, con especialización en ingeniería mecánica y eléctrica, no le conviene demostrar sus habilidades cuando él esté en casa. Más bien, aprenda a fingir que no sabe ni prender la lámpara de la sala y verá cómo le empieza a ir mejor.
Regla 6. Nunca se le ocurra armarle ninguna clase de juguete a sus hijos. Mándelos directamente a donde el papá, eso los hará sentir importantes.
Regla 7. De ahora en adelante, nunca podrá volver a desplegar sus habilidades culinarias, así se haya graduado de chef en nouvelle cuisine en Francia. Finja amnesia progresiva y aprenda más bien a quemar todo lo que se le atraviese por delante de la olla. Si le asa carne, cerciórese de que en vez de tres cuartos, le quede cuarenta cuartos; dura como una chancleta después de un incendio. Luego de uno que otro regaño, podrá empezar a disfrutar nuevamente de los servicios a domicilio, de las salidas a restaurantes o de esa empleada del servicio que tanto rogó para que le contrataran, pero que jamás accedieron a hacerlo por considerarlo innecesario.
Regla 8. Si sale en su carro y, por desgracia se le pincha una llanta, deje el carro tirado, llame una grúa o a él para que la desvare. Así de mecánica sepa incluso más que él, no es conveniente que lo ridiculice cambiándola usted misma. Éste, señoras, nuevas machistas por conveniencia, es uno de los territorios absolutamente vedados para usted. Nada que tenga que ver con autos, mecánica o mecánicos podrá ser siquiera comentado por usted. Finja más bien que, como el hombre de la casa que es, tendrá licencia para desplegar toda su fortaleza y su astucia cada vez que se le dañe el carro. Puntos extra para usted si lo hace con cierta frecuencia, hasta el punto de convencerlo, sin siquiera abrir la boca, de que lo que va a necesitar definitivamente es un conductor.
Regla 9. De ahora en adelante, sus juntas de negocios se deberán llamar showers o bingos. El sueldo que gana jamás será usado como tema de conversación. Mucho menos deberá ser comparado abiertamente con el de su marido o pareja. Mucho menos si es mucho más alto que el de él. El jefe, por muy querido que sea, de ahora en adelante comenzará a llamarse delante de su marido como, "El HP ese".Jamás hable de ascensos laborales, ni de lo mucho que disfruta su trabajo o de lo bien que le fue ese día. A ellos les fascina pensar que algún día nos aburriremos de hacerlo y que nos someteremos por fin a sus deseos de ser sólo amas de casa. Si su intención es que, a pesar de fingir sumisión, su marido la siga dizque dejando trabajar, lo único que le funcionará es fingir que también está odiando a lo que de ahora en adelante y, por conveniencia, por supuesto, se referirá como "a ese trabajo de mierda".
Regla 10. Si va a usar el computador de la casa, asegúrese de que ya se haya ido a la oficina para poder chatear a sus anchas con sus amigos cibernéticos en el exterior. Si, por casualidad, llega temprano de la oficina, cosa casi inusual en él, y la ve sentada frente al computador, finja que se está haciendo las uñas o que intenta aprender a usarlo pero que no ha podido. Si llegara a sospechar siquiera que usted lo maneja a la perfección, lo más seguro es que le empiece a poner claves y contraseñas a todo y jamás pueda volver a revisar su correo electrónico sin que él se dé cuenta.
Regla 11. Jamás se le ocurra sostener ningún tipo de debate deportivo con ellos. Éste sí que es definitivamente su territorio. Nunca demuestre ningún tipo de conocimiento o entusiasmo por ningún deporte en especial. Más bien pregunte cosas tontas como: ¿qué están jugando?, ¿cuántos equipos juegan? y cosas de ese estilo que muy seguramente le sacarán la piedra.También frente a él dediqúese a comer como una descosida, preciso cuando estén viendo alguna competencia. Pruebe a ver qué pasa. De él y no de usted saldrá seguramente la sugerencia de ingresar en algún gimnasio. A él no le gustará verla gorda. ¡Bingo!
Regla 12. De ahora en adelante usted será toda una celosa energúmena. Una loca histérica a la que le tengan terror, incluso sus amigos. A ellos, aunque jamás lo admitirán, les encanta que uno les revise los bolsillos del pantalón, los cuellos de las camisas para ver si hay algún rastro de pintura de labios porque eso los hace sentir realmente importantes. Cada vez que lo llamen por teléfono asegúrese de preguntar quién es como si de verdad le interesara. Practique previamente un buen show de celos y finja que está molesta si acaso llega tarde de la oficina. No le hable por varios días justo antes de alguna fecha importante para así garantizar que el regalo será mejor.
Regla 13. Su suegra de ahora en adelante será, delante de él, referida como: "aquella buena y abnegada mujer" o, "tu señora madre". Nunca más deberá quejarse abiertamente del último agravio propinado por su insoportable suegra. No olvide estar pendiente y recordarle llamar a su madre en fechas importantes. Es más, compre usted misma los regalos y déjeles el precio para que vea que son costosos. Finja comprensión y consideración. Convénzalo de que para usted es importante que él pase más tiempo con ella para que la relación entre ambas mejore. Con que la visite más a menudo, seguramente logrará sacarlo más frecuentemente de la casa y así ver la telenovela en paz. También ganará algunos puntos con la suegra, si es que no sospecha que está haciendo lo mismo que haría ella si su marido estuviera vivo.
Regla 14. Nunca lo llame a la oficina a algo distinto que a desearle un buen día, a decirle "te amo" o cualquiera de esas cursilerías que les encanta porque creen que de verdad nos morimos de amor por ellos. Nunca se le ocurra mandarle ninguna razón con la secretaria, más bien si no le contesta porque está ocupado, pídale que la llame de vuelta y dígaselo usted mismo. Casos se han visto que entre dos se pierde una razón y que no siempre usar a terceros como intermediarios es una buena estrategia. Exagere un poco en los detalles esos que enamoran. Compre un libro o pídales consejos a sus amigas mejor casadas que usted. Déjele noticas en la mesita de noche. Consiéntalo, hágale masajes en el cuello así los haga con más delicadeza un luchador de sumo. Recuerde que lo que vale es la intención. Para lo de las cuentas por pagar, para eso sí es mejor a través de terceros. Usted concéntrese en estar enamorada.
Regla 15. Nunca le conteste el celular de una. Finja que no sabe ni cómo prenderlo, mucho menos contestar llamadas o revisar su correo de voz. Pruebe también cómo le va apagándolo algunas veces durante el día para luego convencerlo de que se le descarga la batería. Remátelo, aplicándole un poco de su propia medicina, con una frase como "estos aparatos, como tú dices, no se han terminado de inventar". Dele un poco de su propia medicina tecnológica y aproveche ahí sí para revisarle sus mensajes en su correo de voz y hasta para tener mozo sin que él pueda andar tras su pista.
Regla 16. Si lo que pretende es permanecer casada y lograr que la mantengan por muchos años más, que nunca se le vaya a ocurrir adquirir o desplegar demasiada destreza en la cama a la hora de hacer el amor. Cómprese un vibrador si es preciso, si es que definitivamente ya no logra satisfacerla pero no cometa el error de sugerirle posiciones nuevas ni ninguna de esas vainas. Ellos no nos necesitan muy hábiles en la cama, pues para eso tienen a la otra. A nosotras nos conviene más bien fingir que no es lo más importante y que, cuando pasa, es por complacerlo solamente. Ese tipo de abnegación, compromiso y complacencia marcan la diferencia y logran mantenerlos casados.
Regla 17. Esconda todas sus revistas Cosmopolitan, las Dinero, las Semana, las Reader's Digest y, más que nada, los diarios; todo el material de lectura que la delate como una mujer informada. Que nunca la vea leyendo nada distinto a las páginas sociales del periódico o la sección de entretenimiento. Podría sospechar que usted es más bien culta y actualizada y eso sí sería un serio problema para sus planes. Ni se le ocurra comentar ningún tipo de noticia política, mucho menos económica. Al ver juntos el noticiero, no se le olvide comentar que a qué hora empezará la sección de farándula y "las buenas noticias del entretenimiento". Nunca recuerde el nombre de ningún político y si es posible, intencional-mente olvide el nombre completo de nuestro presidente.
Regla 18. Ofrézcase a plancharle las camisas y quémeselas a propósito. Sin ninguna vergüenza, salga con él a la calle usando algún atuendo previamente quemado también por usted y por su malvada plancha. Finja que no se dio cuenta al salir de casa que en la parte de atrás de su falda está la sombra chamuscada de la plancha. Lo mínimo que logrará es que le abra cuenta en la lavandería más cercana, que le contrate a alguien que la ayude o, en el mejor de los pasos, que le compre ropa nueva. Ya que tendrá que comprar para él porque toda ya se la quemó, no habrá ninguna excusa posible para que no le compre a usted también. Ya que toda también la quemó.
Regla 19. Para que vuelvan a viajar juntos y solos, de segunda luna de miel, de paseo romántico, como antes, invente paseo a Panaca con toda la familia. Asegúrese también de invitar a todos sus hermanos, sus esposas y, por supuesto, sus sobrinos. Dígale que será una memorable vacación en familia y la oportunidad para verse y compartir con los familiares que, por tanto trabajo, casi nunca tienen la oportunidad de ver. Con la excusa de que es una inolvidable reunión familiar, haga reservas en el hotel más incómodo de la región y asegúrese de ubicar a todos los niños en la habitación de al lado. Los que no hayan cabido en la suya, por supuesto. Asegúrese de que sus vacaciones anuales sean una verdadera pesadilla, comprándole pitos y juguetes muy ruidosos a los niños, algodón de azúcar, globos de colores y cosas que puedan explotar y hacer mucho ruido para que la próxima, de él sólito salga la idea de viajar solos a algún lugar bien lejano para que ahí su pueda descansar.
Regla 20. Aprenda actuación. Porque para el éxito de su misión usted requerirá altas dosis de talento para fingir todo lo anterior. Si, por el contrario, a pesar de todo el trabajo que se requerirá para lograr ser algún día una muy convincente machista por conveniencia, es decir, si todo lo anterior falla y, por su propia cuenta decide tirar la toalla antes de tiempo, entonces ensaye su puntería y practique lanzamiento de ceniceros y floreros. Deporte doméstico que debería ser incluido en los próximos Juegos Olímpicos, pues lamentablemente el marido que escogió no tiene arreglo. No viene con garantía, por lo que tampoco podrá pedir la inmediata devolución de su... ¡esfuerzo! Búsquese más bien otro y regrese a la regla número uno.
Y si todo lo anterior le parece complicado y ni qué decir ridículo, ¡pues entonces no se case!
-By Isabella Santo Domingo
Los caballeros las prefieren brutas
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